jueves, 19 de mayo de 2016

EL CEREBRO Y LAS ADICCIONES


EL CEREBRO Y LAS ADICCIONES
     El ser humano es conocido dentro de la biodiversidad como el único ser vivo racional y pensante, influenciado por elementos internos como la genética y la fisiología y externos, como la religión, la sociedad, los valores, etc. En este sentido, existe dentro de la complejidad del cuerpo humano, un órgano, cuyas funciones representan el eje central del funcionamiento del organismo: El cerebro, el cual es definido por la Universidad Javeriana de Bogotá  como “una muy compleja maquinaria biológica que contiene millones de neuronas”. Se puede complementar este concepto con el descrito por el Dr Alzina (2011) quien señala que “el cerebro es el soporte físico a través del cual se objetivan las funciones de la mente, y se expresan, según los casos, diferentes grados y profundidades de conciencia”. En este sentido, se infiere que esta compleja estructura es la responsable de nuestras acciones conscientes –e inconscientes-; y por tanto influye en nuestro funcionamiento físico, emocional y social.
     Es importante señalar, que este órgano no funciona de manera independiente, sino que forma parte del Sistema Nervioso Central, que, según la medicina “es el entramado de tejidos que se ocupa de capturar y procesar estímulos para que el cuerpo pueda concretar una interacción eficaz con el medio ambiente”; permitiendo afirmar que es este sistema el encargado de recibir los estímulos del entorno, y permitirle al organismo reaccionar ante ellos. Este importante sistema, está constituido por otros órganos de vital importancia, como lo son: el cerebelo, la médula espinal y el bulbo raquídeo, los cuales, conjuntamente con el cerebro, cumplen una serie de funciones de vital importancia para el hombre. Dentro de este sistema, se dan además algunas funciones químicas que influyen en el correcto desempeño del sujeto dentro de su entorno social, además de ser indicadores del funcionamiento óptimo del organismo.
     Pese a ser de vital importancia los aspectos anteriormente mencionados, el tema que nos ocupa, es el referido al cerebro en sí y su relación con las diferentes adicciones a las que está expuesto el hombre (y la mujer) en la actualidad.
    En primer lugar, es necesario definir lo que son las adicciones. De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social, La adicción “es una enfermedad primaria, crónica con factores genéticos, psicosociales y ambientales que influencian el desarrollo del sujeto. La enfermedad es frecuentemente progresiva y fatal”. Como se evidencia en la anterior definición, la adicción es considerada una patología ya que generan en las personas una dependencia parcial o total de alguna sustancia. En este sentido, Guerrero afirma que únala adicción “es enfermedad crónica caracterizada por la búsqueda y el uso compulsivo de una sustancia a pesar de saber los daños que ocasiona”.  De igual modo, el IMSS señala que para una adicción ser calificada como tal, debe cumplir con los siguientes parámetros: episodios continuos o periódicos de  descontrol sobre el uso; uso a pesar de consecuencias adversas, y distorsiones del pensamiento, siendo la más notable la negación. Es decir, que la persona adicta, puede o no tener conciencia sobre su adicción, sin embargo tendrá dificultad para aceptar que tiene un problemas de salud mental y física; situación que por sí mismo no puede resolver; requiriendo, en la mayoría de los casos ayuda profesional para superar o controlar su adicción.
     En segundo lugar, el cerebro de una persona adicta presenta ciertas diferencias con el cerebro de una persona que no presenta ningún tipo de dependencia a alguna sustancia. En este sentido, Guerrero explica que el cerebro empieza a adaptarse a la sustancia y aparecen los primeros signos de dependencia. La adicción se considera una enfermedad del cerebro, porque las drogas modifican la química, la estructura y el funcionamiento de ese órgano generando impacto en todas las dimensiones de la vida del sujeto.
     Existen investigaciones que muestran que la tolerancia a las drogas u otras sustancias pueden generar cambios muy profundos en las neuronas y en los circuitos cerebrales. De acuerdo con lo expresado por la Casa Caixa, las drogas actúan sobre el sistema límbico, que está en la parte más interna del cerebro, y provocan una sensación artificial de placer. Sin embargo, el cerebro no está preparado para recibir estos estímulos. El uso repetido de drogas afecta al funcionamiento del sistema límbico e inicia el proceso de adicción.
     Las consecuencias se dejan sentir también en el córtex, y afectan al control racional de la conducta. Al llegar a este punto, la adicción se consolida.
     En este sentido, Casa Caixa señala que el córtex cerebral se encuentra en la superficie del cerebro y es la estructura de mayor importancia, y para el control de la conducta. El sistema límbico se encuentra en capas más profundas del cerebro y es responsable del control de la vida instintiva y emocional. Por lo tanto, los mecanismos de autocontrol ante la necesidad del consumo de las sustancias, así como de los efectos de estas sobre el comportamiento se ven disminuidos.
     En palabras más sencillas, el sistema límbico es el responsable del inicio de las adicciones. Las primeras dosis de droga estimulan los centros de recompensa en el sistema límbico y producen un efecto placentero. Sin embargo, la administración repetida de una droga produce cambios en el sistema límbico que alteran los circuitos cerebrales de recompensa (Casa Caixa, 2016).
     De igual modo, el córtex desempeña un papel clave en la consolidación del proceso adictivo. La actividad del córtex disminuye de manera progresiva durante el consumo repetido de drogas, de modo que se produce una pérdida del control racional que ejerce esta estructura sobre la conducta (Casa Caixa, 2016).
     En este sentido, se puede afirmar que el impacto del consumo de drogas sobre el cerebro se hace evidente en la conducta social del sujeto. Una persona que se encuentra frecuentemente bajo los efectos de alguna sustancia, tiende a ejercer conductas no operativas, que afectan su adaptación en el entorno inmediato, así como sus relaciones interpersonales. De hecho, existen drogas que tienen fines terapéuticos, que, consumidas con moderación, coadyuvan al tratamiento de enfermedades específicas. Sin embargo a largo plazo, pueden generar dependencia a las mismas.
     De acuerdo con lo explicado por Manes (2014), uno de los descubrimientos más notables de las neurociencias ha sido la determinación de los circuitos de recompensa, los cuales son mecanismos de placer que involucran diferentes regiones cerebrales que se encuentran comunicados mediante los neurotransmisores, tal como la dopamina, que es el neurotransmisor involucrado en la motivación, el placer, la memoria y el movimiento, entre otras funciones.
     El mismo autor refiere que en el cerebro, el placer se produce a través de la liberación de la dopamina en el "núcleo accumbens", una región a la cual los neurocientíficos llaman el "centro de placer del cerebro". Justamente la acción de una droga adictiva funciona a partir de la influencia en ese sistema.
     Es importante resaltar que, muchas personas adictas, conocen los efectos nocivos de las drogas sobre su organismo. Tienen conciencia del daño físico, social y emocional que la acción de consumir dichas sustancias, tiene sobre su vida. Sin embargo continúan el consumo, siendo cada vez más tolerantes a las dosis administradas, las cuales, generalmente van aumentando en la medida en la que el efecto deja de sentirse con la misma intensidad que al principio. Es decir, que si un sujeto consumía unos pocos gramos de cocaína al día, pasado el tiempo, requerirá mayores dosis en periodos de tiempo más cortos para generar el efecto deseado.
     Los efectos que provocan las drogas son diferentes sobre nuestro sistema nervioso según los distintos tipos de drogas consumidas: unas son excitantes y otras, depresoras; unas aceleran nuestro funcionamiento mental, con el riesgo de aumentar los errores, y otras lo lentifican o lo distorsionan; otras producen alucinaciones o cambios en la percepción de la realidad.
          Un aspecto importante que debe señalarse es que el período de mayor vulnerabilidad para el inicio en el consumo de drogas es la adolescencia. En este sentido, la Dra. Medina afirma:  “toda la parte del cerebro que es responsable del juicio, raciocinio y control de la conducta se desarrolla hasta los veintitantos años. Como los adolescentes suelen tomar sus decisiones a partir de las emociones y no del juicio y el raciocinio, es más probable que abusen de las sustancias”. De igual modo señala que el problema principal es que en esa etapa de desarrollo el cerebro es mucho más vulnerable. La adolescencia es una época en la que se están desarrollando todas las conexiones y exponer el cerebro a las drogas a esa edad tiene consecuencias mucho más dañinas.
     En este orden de ideas, se puede afirmar que en la edad adulta, los efectos del consumo de drogas suelen ser menos agresivos que durante la adolescencia. Muchos de estos jóvenes que se inician en el consumo de drogas antes de finalizar la pubertad, suelen tener mayores dificultades para superar su adicción.
     Una de las áreas del cerebro que continúa madurando durante la adolescencia es la corteza prefrontal—, la parte del cerebro que nos permite evaluar situaciones, tomar decisiones acertadas y mantener nuestras emociones y deseos bajo control. El hecho de que esta parte crítica del cerebro de los adolescentes esté todavía en progreso los expone a un mayor riesgo de tomar malas decisiones, como probar drogas o seguir consumiéndolas. Además, la introducción de drogas durante este período de desarrollo puede causar cambios en el cerebro que tienen consecuencias profundas y duraderas (Instituto Nacional del Abuso de Drogas).
     En conclusión, es mucho el material existente en sobre el consumo de drogas y su relación con el cerebro. Sin embargo se puede apreciar una síntesis de los aspectos de mayor relevancia en cuanto a esta problemática que tanto afecta a la sociedad desde épocas pasadas.
     Siendo el cerebro, el centro de muchas de nuestras funciones; la alteración que se produce en su estructura y su composición química a raíz de la administración no controlada de diversas sustancias, desencadena una serie de consecuencias que inciden en todas las dimensiones de la vida. Sin embargo, este es un problema que tiene solución, ya que las adicciones, afortunadamente pueden ser tratadas, considerando que en sí, son conductas aprendidas, y todo aquello que se aprende, se puede desaprender, siempre y cuando la fuerza de voluntad, sumada a un adecuado abordaje médico y psicológico, de la mano con el apoyo familiar; se hagan presentes de manera oportuna, y no cuando la adicción ya ha consumido la vida de la persona dependiente.




FUENTES CONSULTADAS
http://www.hablemosdedrogas.org/es/lasdrogasfenomenosocial
http://www.comoves.unam.mx/assets/revista/177/el-cerebro-adicto.pdf
http://www.lanacion.com.ar/1664901-el-cerebro-adicto

Profesora Leidy Hernàndez




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