EL CEREBRO Y
LAS ADICCIONES
El ser humano es conocido dentro de la biodiversidad como el único ser
vivo racional y pensante, influenciado por elementos internos como la genética
y la fisiología y externos, como la religión, la sociedad, los valores, etc. En
este sentido, existe dentro de la complejidad del cuerpo humano, un órgano,
cuyas funciones representan el eje central del funcionamiento del organismo: El
cerebro, el cual es definido por la Universidad Javeriana de Bogotá como “una muy compleja maquinaria biológica
que contiene millones de neuronas”. Se puede complementar este concepto con el
descrito por el Dr Alzina (2011) quien señala que “el cerebro es el soporte
físico a través del cual se objetivan las funciones de la mente, y se expresan,
según los casos, diferentes grados y profundidades de conciencia”. En este
sentido, se infiere que esta compleja estructura es la responsable de nuestras
acciones conscientes –e inconscientes-; y por tanto influye en nuestro
funcionamiento físico, emocional y social.
Es importante señalar, que este órgano no funciona de manera
independiente, sino que forma parte del Sistema Nervioso Central, que, según la
medicina “es el entramado de tejidos que se ocupa de capturar y procesar
estímulos para que el cuerpo pueda concretar una interacción eficaz con el
medio ambiente”; permitiendo afirmar que es este sistema el encargado de
recibir los estímulos del entorno, y permitirle al organismo reaccionar ante
ellos. Este importante sistema, está constituido por otros órganos de vital
importancia, como lo son: el cerebelo, la médula espinal y el bulbo raquídeo,
los cuales, conjuntamente con el cerebro, cumplen una serie de funciones de
vital importancia para el hombre. Dentro de este sistema, se dan además algunas
funciones químicas que influyen en el correcto desempeño del sujeto dentro de
su entorno social, además de ser indicadores del funcionamiento óptimo del
organismo.
Pese a ser de vital importancia los aspectos anteriormente mencionados,
el tema que nos ocupa, es el referido al cerebro en sí y su relación con las
diferentes adicciones a las que está expuesto el hombre (y la mujer) en la
actualidad.
En primer lugar, es necesario definir lo que son las adicciones. De
acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social, La adicción “es una
enfermedad primaria, crónica con factores genéticos, psicosociales y
ambientales que influencian el desarrollo del sujeto. La enfermedad es
frecuentemente progresiva y fatal”. Como se evidencia en la anterior
definición, la adicción es considerada una patología ya que generan en las
personas una dependencia parcial o total de alguna sustancia. En este sentido,
Guerrero afirma que únala adicción “es enfermedad crónica caracterizada por la
búsqueda y el uso compulsivo de una sustancia a pesar de saber los daños que
ocasiona”. De igual modo, el IMSS señala
que para una adicción ser calificada como tal, debe cumplir con los siguientes
parámetros: episodios continuos o periódicos de descontrol sobre el uso; uso a pesar de
consecuencias adversas, y distorsiones del pensamiento, siendo la más notable
la negación. Es decir, que la persona adicta, puede o no tener conciencia sobre
su adicción, sin embargo tendrá dificultad para aceptar que tiene un problemas
de salud mental y física; situación que por sí mismo no puede resolver;
requiriendo, en la mayoría de los casos ayuda profesional para superar o
controlar su adicción.
En segundo lugar, el cerebro de una persona adicta presenta ciertas
diferencias con el cerebro de una persona que no presenta ningún tipo de
dependencia a alguna sustancia. En este sentido, Guerrero explica que el
cerebro empieza a adaptarse a la sustancia y aparecen los primeros signos de
dependencia. La adicción se considera una enfermedad del cerebro, porque las
drogas modifican la química, la estructura y el funcionamiento de ese órgano
generando impacto en todas las dimensiones de la vida del sujeto.
Existen investigaciones que muestran que la tolerancia a las drogas u
otras sustancias pueden generar cambios muy profundos en las neuronas y en los
circuitos cerebrales. De acuerdo con lo expresado por la Casa Caixa, las drogas actúan sobre el sistema límbico, que está
en la parte más interna del cerebro, y provocan una sensación artificial de
placer. Sin embargo, el cerebro no está preparado para recibir estos estímulos. El
uso repetido de drogas afecta al funcionamiento del sistema límbico e inicia el
proceso de adicción.
Las consecuencias se dejan sentir también en el córtex, y afectan al control
racional de la conducta. Al llegar a este punto, la adicción se consolida.
En este sentido, Casa Caixa señala que el
córtex cerebral se encuentra en la superficie del cerebro y es la estructura de
mayor importancia, y para el control de la conducta. El sistema límbico se encuentra en capas más
profundas del cerebro y es responsable del control de la vida instintiva y
emocional. Por lo tanto, los mecanismos de autocontrol ante la necesidad del
consumo de las sustancias, así como de los efectos de estas sobre el
comportamiento se ven disminuidos.
En palabras más sencillas, el sistema
límbico es el responsable del inicio de las adicciones. Las primeras dosis de
droga estimulan los centros de recompensa en el sistema límbico y producen un
efecto placentero. Sin embargo, la administración repetida de una droga produce
cambios en el sistema límbico que alteran los circuitos cerebrales de
recompensa (Casa Caixa, 2016).
De igual modo, el córtex desempeña un papel clave en la consolidación
del proceso adictivo. La actividad del córtex disminuye de manera progresiva
durante el consumo repetido de drogas, de modo que se produce una pérdida del
control racional que ejerce esta estructura sobre la conducta (Casa Caixa,
2016).
En este sentido, se puede afirmar que el impacto del consumo de drogas
sobre el cerebro se hace evidente en la conducta social del sujeto. Una persona
que se encuentra frecuentemente bajo los efectos de alguna sustancia, tiende a
ejercer conductas no operativas, que afectan su adaptación en el entorno
inmediato, así como sus relaciones interpersonales. De hecho, existen drogas
que tienen fines terapéuticos, que, consumidas con moderación, coadyuvan al
tratamiento de enfermedades específicas. Sin embargo a largo plazo, pueden
generar dependencia a las mismas.
De acuerdo con lo explicado por Manes (2014), uno de los descubrimientos
más notables de las neurociencias ha sido la determinación de los circuitos de
recompensa, los cuales son mecanismos de placer que involucran diferentes
regiones cerebrales que se encuentran comunicados mediante los
neurotransmisores, tal como la dopamina, que es el neurotransmisor involucrado
en la motivación, el placer, la memoria y el movimiento, entre otras funciones.
El mismo autor refiere que en el cerebro, el placer se produce a través
de la liberación de la dopamina en el "núcleo accumbens", una región
a la cual los neurocientíficos llaman el "centro de placer del
cerebro". Justamente la acción de una droga adictiva funciona a partir de
la influencia en ese sistema.
Es importante resaltar que, muchas personas adictas, conocen los efectos
nocivos de las drogas sobre su organismo. Tienen conciencia del daño físico,
social y emocional que la acción de consumir dichas sustancias, tiene sobre su
vida. Sin embargo continúan el consumo, siendo cada vez más tolerantes a las
dosis administradas, las cuales, generalmente van aumentando en la medida en la
que el efecto deja de sentirse con la misma intensidad que al principio. Es
decir, que si un sujeto consumía unos pocos gramos de cocaína al día, pasado el
tiempo, requerirá mayores dosis en periodos de tiempo más cortos para generar
el efecto deseado.
Los efectos que provocan las drogas son diferentes sobre nuestro sistema
nervioso según los distintos tipos de drogas consumidas: unas son excitantes y
otras, depresoras; unas aceleran nuestro funcionamiento mental, con el riesgo
de aumentar los errores, y otras lo lentifican o lo distorsionan; otras
producen alucinaciones o cambios en la percepción de la realidad.
Un aspecto importante que
debe señalarse es que el período de mayor vulnerabilidad para el inicio en el
consumo de drogas es la adolescencia. En este sentido, la Dra. Medina afirma: “toda la parte del cerebro que es responsable
del juicio, raciocinio y control de la conducta se desarrolla hasta los veintitantos
años. Como los adolescentes suelen tomar sus decisiones a partir de las
emociones y no del juicio y el raciocinio, es más probable que abusen de las
sustancias”. De igual modo señala que el problema principal es que en esa etapa
de desarrollo el cerebro es mucho más vulnerable. La adolescencia es una época
en la que se están desarrollando todas las conexiones y exponer el cerebro a
las drogas a esa edad tiene consecuencias mucho más dañinas.
En este orden de ideas, se puede
afirmar que en la edad adulta, los efectos del consumo de drogas suelen ser
menos agresivos que durante la adolescencia. Muchos de estos jóvenes que se
inician en el consumo de drogas antes de finalizar la pubertad, suelen tener
mayores dificultades para superar su adicción.
Una de las áreas del cerebro que continúa madurando durante la
adolescencia es la corteza prefrontal—, la parte del cerebro que nos permite
evaluar situaciones, tomar decisiones acertadas y mantener nuestras emociones y
deseos bajo control. El hecho de que esta parte crítica del cerebro de los
adolescentes esté todavía en progreso los expone a un mayor riesgo de tomar
malas decisiones, como probar drogas o seguir consumiéndolas. Además, la
introducción de drogas durante este período de desarrollo puede causar cambios
en el cerebro que tienen consecuencias profundas y duraderas (Instituto
Nacional del Abuso de Drogas).
En conclusión, es mucho el material existente en sobre el consumo de
drogas y su relación con el cerebro. Sin embargo se puede apreciar una síntesis
de los aspectos de mayor relevancia en cuanto a esta problemática que tanto
afecta a la sociedad desde épocas pasadas.
Siendo el cerebro, el centro de muchas de nuestras funciones; la
alteración que se produce en su estructura y su composición química a raíz de
la administración no controlada de diversas sustancias, desencadena una serie
de consecuencias que inciden en todas las dimensiones de la vida. Sin embargo,
este es un problema que tiene solución, ya que las adicciones, afortunadamente
pueden ser tratadas, considerando que en sí, son conductas aprendidas, y todo
aquello que se aprende, se puede desaprender, siempre y cuando la fuerza de
voluntad, sumada a un adecuado abordaje médico y psicológico, de la mano con el
apoyo familiar; se hagan presentes de manera oportuna, y no cuando la adicción
ya ha consumido la vida de la persona dependiente.
FUENTES
CONSULTADAS
http://www.hablemosdedrogas.org/es/lasdrogasfenomenosocial
http://www.comoves.unam.mx/assets/revista/177/el-cerebro-adicto.pdf
http://www.lanacion.com.ar/1664901-el-cerebro-adicto
Profesora Leidy Hernàndez
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