Relacionarse: infinitivo presente del verbo “relacionar” que nos indica
el hecho de mantener un trato con alguien o algo. Es esta una acción que está
presente en el día a día de todos los seres vivos. Así pues, entre animales,
plantas, bacterias…existen relaciones diversas con diferentes objetivos que nos
llevan a analizar la importancia de mantener ese contacto, aun cuando no exista
un razonamiento al respecto. Sin embargo, los seres humanos tenemos la valiosa
capacidad de razonar y comprender la importancia de relacionarnos con otros,
pero, no siempre lo hacemos de manera efectiva.
Para
relacionarnos de manera efectiva con las personas que nos rodea, existe un
repertorio de conductas, que en esencia forman las llamadas habilidades
sociales, las cuales, de acuerdo con Ramírez (2013) “son aquellas acciones,
pensamientos, emociones que nos permiten relacionarnos de forma sana con otras
personas, expresar opiniones personales, pedir ayuda, decir que no en un plano
directo y respetuoso”. Es decir, que dichas conductas nos orientan a ser
sujetos capaces de mantener relaciones interpersonales nutritivas y eficaces, y
nos permiten el libre ejercicio de nuestros derechos, en plena conciencia de
que debemos respetar los pensamientos, ideas y creencias de los demás.
En
este sentido, Ramírez (2013) señala que las habilidades sociales pueden
representar una fuente de satisfacción o malestar, pues, un buen manejo de las
mismas nos puede conducir a relacionarnos con éxito y alcanzar metas en
diferentes ámbitos de nuestra vida. Si por el contrario, poseemos un manejo
inadecuado de las habilidades sociales tendremos mayor tendencia a sufrir
mayores procesos depresivos y ansiosos al no poder controlar este aspecto tan
importante en la vida.
Según
Caballo (1986), «la conducta socialmente habilidosa es ese conjunto de
conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa
los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de
un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás y que,
generalmente, resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras
minimiza la probabilidad de futuros problemas».
Es decir, una persona socialmente hábil
manifestará conductas asertivas, por tanto conoce y ejerce sus derechos
respetando los derechos de las demás personas. Esto está estrechamente
relacionado con la autoestima, la empatía y la inteligencia emocional.
En
este orden de ideas se puede inferir que las habilidades sociales están relacionadas
con el funcionamiento cognitivo; asì como los procesos madurativos de las
personas. Es por ello que Goldstein las ha distribuido en 6 grupos de
habilidades. El primer grupo está referido a las primeras habilidades sociales,
las cuales son conductas básicas que generalmente se consolidan las primeras
competencias sociales que se requieren para adaptarse al medio. Se adquieren
durante los primeros años de vida. El segundo lugar corresponde a las
habilidades sociales avanzadas que vas desde pedir ayuda hasta convencer los demás sobre la certeza de nuestros
argumentos. El tercer grupo está relacionado con el manejo y control sobre los
sentimientos, que inician desde el reconocimiento de los sentimientos propios y
la comprensión de los sentimientos de los demás.
El
cuarto grupo es el que corresponde a las alternativas a la agresión que se
refiere a las conductas que deben asumirse ante una situación de violencia o agresión
de terceras personas. Son actitudes de resguardo ante el peligro. El quinto grupo se refiere a las conductas
requeridas para hacer frente al estrés que van desde como formular una queja
hasta cómo enfrentarse a la presión de un grupo determinado. El sexto y últimos
además, corresponde con las habilidades de planificación que abarca desde la
toma de decisiones hasta como concentrarse en una tarea, a fin de culminarla.
Este conjunto de habilidades, dependerán también de factores como el
tipo de crianza, los aspectos familiares en general, las interacciones
personales con compañeros, amigos y familia. Una persona con una base familiar débil,
poco nutritiva, generalmente presentara déficits en sus habilidades sociales,
los cuales según Peñafiel y Serrano (Sf) “tienen como principal consecuencia la
manifestación de una serie de comportamientos anómalos, que se pueden englobar
en dos categorías: comportamientos agresivos o violentos y comportamientos
pasivos o de inhibición”. Es decir, que estos déficits nos llevan a emitir conductas
no operativas y que interfieren en el
desarrollo óptimo de la persona.
Estos déficit pueden ser intervenidos en la consulta de Orientación de
la Conducta a través de las técnicas del condicionamiento clásico, las cuales
son definidas por Peñafiel y Serrano (Sf) como “todas aquellas técnicas de
modificación de conducta basadas en que los estímulos provocan respuestas
automáticas”. Algunas de las técnicas que bajo este enfoque se pueden aplicar
se encuentra la asociación de estímulos y la conducta refleja: si un estímulo
que provoca una conducta, lo asociamos con otro estímulo cualquiera, cuando se
produzca este, también se seguirá aquella conducta o una muy parecida.
De
igual modo se puede aplicar la desensibilización sistemática: si un estímulo
que provoca ansiedad lo apareamos con una conducta que sea incompatible con la
ansiedad, esta disminuirá hasta llegar a desaparecer cuando aparezca aquel.
De
igual manera se pueden aplicar algunas técnicas del condicionamiento operante
tales como el reforzamiento y la extinción.
Otra alternativa para aumentar las habilidades sociales son las técnicas
de asertividad, dentro de las cuales se pueden citar:
-
Técnica
del acuerdo asertivo: consiste en responder a la crítica admitiendo que se ha
cometido un error, pero separándolo del hecho de ser una buena o mala persona.
-
Técnica
del disco rayado: consiste en repetir nuestro punto de vista con tranquilidad y
sin hacer caso omiso a las veces que sea necesario repetirlo ante las
intervenciones de la otra persona.
-
Ofrecer
alternativas: se utiliza cuando queremos decir que no a un ofrecimiento.
Consiste en proponer algo positivo, que guste a la gente.
-
Técnica
de ignorar: consiste en ignorar la razón por la que el interlocutor parece
estar enfadado y aplazar la discusión hasta que este se haya calmado.
-
Técnica
de la pregunta asertiva: consiste en incitar a la crítica para obtener
información que podrá utilizar en su argumentación.
-
Técnica para procesar el cambio: se basa en
desplazar el foco de la discusión hacia el análisis de lo que ocurre entre uno
mismo y el interlocutor, dejando aparte el tema de la misma.
Es
importante tomar en cuenta que el desarrollo de nuestras habilidades sociales tendrán
un impacto positivo en nuestra vida. De ello depende que seamos adultos
operativos y felices. Sin embargo, las técnicas a utilizar para potenciar estas
competencias, dependerán de las características individuales de las personas, y
de la disposición a mejorar este aspecto de su vida. En este sentido, el
Orientador de la Conducta podrá brindar un abanico de opciones a fin de lograr
mejoras significativas en las relaciones interpersonales de los consultantes, y
por ende, en su calidad de vida.
FUENTES
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